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El modelo climáticamente suicidario de la economía australiana

Australia celebra hoy una amarga fiesta nacional en un año marcado por los incendios y un desastre ambiental enorme.

Se celebra hoy 26 de enero el Australian Day, la fiesta nacional de Australia. Los festejos son amargos este año, con incendios históricos que arrasaron grandes extensiones de bosques, mataron a más de mil millones de animales y provocaron cambios durables en el medio ambiente.

Las lluvias de estos últimos días apagaron algunos focos, pero muchos otros siguen quemando bosques y se espera una nueva ola de calor porque el mes de febrero en Australia trae históricamente sequías y temperaturas intensas. Los australianos temen entonces que las llamas cobren aún más vigor durante las próximas semanas. Con todo lo que esto significa para los animales y para los habitantes... En diciembre y a lo largo del mes de enero, se registraron varios récords sucesivos de calor (por encima de los 40°C) y 2019 fue el año más caluroso y más seco jamás registrado en Australia. 

En la actualidad y a pesar de las lluvias se registran todavía más de 150 focos de incendios violentos e incontrolados. Se quemaron más de 100.000 km2 de bosques. Es una superficie superior a la de Corea del Sur, casi tanto como un país entero como Guatemala o Islandia. 

Australia vive una situación de pesadilla y las malas noticias se suceden una tras la otra: incendios monstruosos, lluvias torrenciales que provocan inundaciones, lluvias marrones que tiran al suelo partículas en suspensión nen el aíre (pasó esta semana en Melbourne), aguas del mar más calurosas que matan los corales de la Gran Barrera, especies animales en peligro (sobre todo los koalas que murieron de a miles en las llamas) y ahora la proliferación de arañas venenosas (prosperan gracias al calor y su veneno es muy tóxico para los seres humanos). 

Las aguas del río Yarra bajaron marrones en Melbourne, luego de lluvias contaminadas por partículas de incendios y de polvos en suspensión. 

Una causa está al origen de estos males. Es el recalentamiento global. Pero Australia es a la vez victima y verdugo y su modelo de desarrollo favorece los trastornos climáticos. A tal punto que los ambientalistas ya hablan de un sistema suicidario. 

La creación de energía en Australia, donde la falta de agua es crónica, se basa en el carbón, una de las principales causas del recalentamiento global a nivel mundial. Y el país-continente aporta su buena cuota de CO2, a pesar de una población no tan importante a nivel mundial (un poco más de 25 millones de habitantes). Para hacerlo más gráfico, Australia devuelve en la atmósfera tres veces más carbono por habitante que un país igual de desarrollado como Francia. A la producción habitual de CO2 hay que agregar lo que sueltan los incendios desde el mes de septiembre del año pasado.

Frente a este panorama el gobierno de Canberra no da señales de modificar su política de exportación y de consumo de carbón. Como tampoco piensa en modificar su modelo de desarrollo basado en gran parte sobre la minería a cielo abierto, que provoca grandes trastornos ambientales. En cuanto al carbón, el país está entre los 4 productores mundiales, junto a China, Estados Unidos y la India. 

Peter Kanowski, profesor en gestión de bosques para la Australian National University, estima que los cambios climáticos intensifican los incendios y dice que "aunque Australia conozca naturalmente condiciones meteorológicas extremas, fueron potenciadas desde varios años por el recalentamiento global y las largas temporadas de sequías que pasamos. Las condiciones actuales se convertirán en habituales en el futuro".

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