Los hipopótamos de Pablo Escobar son una amenaza ecológica creciente en Colombia

Los hipopótamos introducidos por el narcotraficante se han multiplicado sin control y generan un impacto ambiental alarmante

Los hipopótamos traídos a Colombia por el narcotraficante Pablo Escobar a fines de los años 80 se han convertido, décadas después, en una auténtica bomba ecológica. Lo que comenzó como una excentricidad personal del capo —que importó cuatro ejemplares desde África para su zoológico privado en la Hacienda Nápoles— derivó en una invasión animal sin precedentes en América Latina.

Actualmente, la población de hipopótamos supera los 180 individuos y continúa en crecimiento acelerado, con serias consecuencias para los ecosistemas colombianos. Expertos ambientales alertan sobre la alteración del equilibrio natural en ríos y humedales del Magdalena Medio, donde estos animales compiten con especies nativas, contaminan cuerpos de agua y se expanden sin control territorial.

Una reproducción imparable

El potencial reproductivo de los hipopótamos es notable: una hembra puede parir una cría cada 18 meses y alcanzar hasta 25 partos durante su vida, que puede extenderse de 40 a 50 años. Este ritmo reproductivo, combinado con la ausencia de depredadores naturales en Colombia, explica el crecimiento exponencial de la especie.

Además, los jóvenes machos expulsados de los grupos dominados por un líder migran hacia nuevos territorios, fundando sus propios rebaños y colonizando zonas cada vez más amplias. El fenómeno ya afecta regiones más allá del Magdalena Medio, poniendo en alerta a autoridades ambientales y comunidades locales.

Un exceso de desechos, un problema grave

Más allá de su tamaño y agresividad —son considerados uno de los animales más peligrosos de África—, el impacto más crítico es ecológico: cada hipopótamo defeca hasta nueve kilos de excrementos por día. En África, estas heces nutrían ciertos ecosistemas acuáticos, pero en Colombia, su acumulación en lagunas y aguas estancadas podría provocar efectos tóxicos, agravados por el cambio climático y la escasez hídrica.

Según expertos, los residuos orgánicos generados por los hipopótamos favorecen la proliferación de algas tóxicas, reducen el oxígeno disuelto en el agua y diezman la vida acuática local, afectando directamente la pesca y la biodiversidad de los ríos.

Científicos y autoridades colombianas han propuesto diversas estrategias para controlar la población de hipopótamos, desde la esterilización química hasta la reubicación o eutanasia selectiva, pero ninguna ha sido aplicada a gran escala. Los intentos se ven frenados por la complejidad logística, el alto costo y la sensibilidad social que genera intervenir con animales carismáticos para el público.

Sin embargo, el consenso entre biólogos y ambientalistas es claro: si no se actúa con rapidez y decisión, Colombia podría enfrentar una catástrofe ecológica irreversible, con consecuencias para la salud pública, la biodiversidad y las economías rurales.

Una vista de un tramo del río Magdalena donde se concentran los hipopótamos.