Cuando hablamos un idioma extranjero, a veces nuestra voz suena diferente, más aguda o más grave, más tímida o más firme…
Lengua y bajas frecuencias. Cada lengua tiene su propia musicalidad y su propia distribución de frecuencias sonoras. Algunas lenguas, como el ruso o el alemán, se asocian a sonidos más graves y guturales. Otras, como el francés, favorecen más las frecuencias medias. En cuanto al inglés, tiende a utilizar más los sonidos agudos debido a su marcada entonación y a su acento tonal más pronunciado. Cuando hablamos un idioma extranjero, tendemos inconscientemente a imitar los sonidos propios de esa lengua. Esto nos lleva a ajustar nuestra voz para aproximarnos a la entonación nativa. Esto es especialmente notable en las personas que dominan una segunda lengua, ya que adoptan de forma natural los hábitos fonéticos asociados a ella.
¿Por qué cambia la voz de las personas cuando hablan otro idioma?
Desde el punto de vista muscular, la pronunciación de nuevos sonidos requiere la adaptación de la boca, la lengua y el diafragma. Algunas lenguas exigen que la voz se coloque más adelante, como el inglés con sus diptongos, o más atrás, como el árabe o el alemán. Este cambio de articulación influye en la resonancia y, por tanto, en la percepción de la voz. Además, cuando hablamos un idioma extranjero, la incertidumbre o la falta de confianza pueden llevarnos a hablar más bajo, con un tono de voz más agudo o vacilante. Por el contrario, un hablante seguro de sí mismo puede exagerar ciertos sonidos para parecer más fluido, lo que puede alterar el registro vocalQuels sont les avantages et l’intérêt d’apprendre une langue étrangère ?
Desde el punto de vista muscular, la pronunciación de nuevos sonidos requiere la adaptación de la boca, la lengua y el diafragma. Algunas lenguas exigen que la voz se coloque más adelante, como el inglés con sus diptongos, o más atrás, como el árabe o el alemán. Este cambio de articulación influye en la resonancia y, por tanto, en la percepción de la voz. Además, cuando hablamos un idioma extranjero, la incertidumbre o la falta de confianza pueden llevarnos a hablar más bajo, con un tono de voz más agudo o vacilante. Por el contrario, un hablante seguro de sí mismo puede exagerar ciertos sonidos para parecer más fluido, lo que puede alterar el registro vocal.
Aprender una lengua extranjera tiene muchas ventajas. Al adaptarnos a los sonidos y ritmos de otra lengua, desarrollamos una mayor flexibilidad cognitiva y sensibilidad a las sutilezas del sonido. A nivel social, hablar otra lengua nos ayuda a integrarnos mejor en culturas diferentes. Adoptar una voz diferente en una lengua extranjera puede incluso facilitar la expresión de emociones que no nos atreveríamos a verbalizar en nuestra lengua materna. Algunas personas se sienten más libres para expresarse en otro idioma, porque hay menos inhibiciones culturales. Y, además de los beneficios cognitivos y culturales, el uso de una lengua extranjera conlleva una mejora de las destrezas orales en general.
La primera barrera suele ser la confianza en uno mismo. Muchas personas se sienten muy estresadas ante la idea de expresarse en una lengua que no dominan a la perfección, lo que puede provocar una pérdida de voz y fluidez. La fatiga cognitiva también es un obstáculo. Hablar una lengua extranjera exige mucho al cerebro, sobre todo cuando hay que hacer malabarismos con dos sistemas lingüísticos muy diferentes. Este esfuerzo mental puede provocar una sensación de agotamiento, sobre todo cuando hay que mantener una conversación fluida durante mucho tiempo.
Deja un comentario