Urbex, una invitación a viajar a otro tiempo y lugar

¿Qué es urbex? Esta exploración de lugares abandonados dice mucho sobre nuestras utopías contemporáneas. Cuáles serían las consecuencias si se impusiera la economía de mercado?

Por Laurence Graillot, Maître de conférences en Sciences de gestion (marketing) – HDR, Université de Bourgogne, Francia

En abril de 2024, urbex -la contracción de exploración urbana- atrajo la atención de los medios de comunicación por dos dramáticos sucesos: la muerte de dos jóvenes practicantes.

El término urbex fue introducido y popularizado en los años 90 por Jeff Chapman (alias Ninjalicious) para referirse a las visitas a lugares edificados, abandonados o no por actividades sociales, que están vedados al público en general o son de difícil acceso. Los lugares visitados pueden ser mansiones (por ejemplo, la finca Trois Colonnes, en Essonne), fábricas (por ejemplo, la planta de motores Packard, en Detroit), centros comerciales (por ejemplo, Landmark Mall, en Virginia), ciudades fantasma (por ejemplo, Pripiat, en Ucrania, antes de la guerra, junto a Chernóbil)…

La práctica del urbex implica cumplir dos principios éticos establecidos por Ninjalicious: hay que respetar los lugares explorados (no romperlos ni robarlos) y preservarlos (no difundir información sobre ellos).

Una consecuencia inesperada de la desindustrialización

Este fenómeno surgió hace unos 30 años en Estados Unidos, concretamente en Detroit. Esta ciudad, centro de la producción automovilística a principios del siglo XX, se vio entonces afectada por crisis económicas y urbanas que provocaron el cierre de numerosas fábricas. El desarrollo de esta práctica se explica por el abandono de edificios como consecuencia de la desindustrialización, por la creación de comunidades activas y por la exposición en determinados medios de comunicación. Por ejemplo, existen sitios web, canales de YouTube (por ejemplo, el Grand JD), hashtags y cuentas de Instagram (por ejemplo, #urbex_utopia, @urbex_supreme).

A pesar del carácter ilegal del urbex y de los riesgos que entraña, su atractivo se explica por el hecho de que puede asimilarse a viajar. Por un lado, los viajes consistían originalmente en exploraciones con ciertas características específicas. En segundo lugar, el urbex puede considerarse un viaje a otro espacio-tiempo.

¿Un explorador moderno?

El carácter exploratorio del urbex, que implica adentrarse en espacios que no son los del mundo normal y que están ocultos a la vista, invita a comparar esta práctica con los viajes. Entre mediados del siglo XV y el XIX, viajar implicaba explorar, pasar de un mundo conocido a otro desconocido, hacer descubrimientos y asumir riesgos. El urbexer es un explorador moderno, a menudo el primero en visitar espacios abandonados.

La exploración ha sido analizada por la psicología ambiental, que establece que los individuos tienden a preferir entornos que ofrecen información que les anima a explorar. El objetivo de la exploración es descubrir información adicional que pueda atraer y retener al individuo en un entorno.

Misterio, no sorpresas

También se ha demostrado que la exploración está vinculada al misterio. El misterio garantiza que el progreso en un entorno ofrecerá más información. El misterio difiere de la sorpresa: anima a seguir explorando.

Esta búsqueda se acentúa en el contexto del urbex. El urbex se considera incluso una práctica oculta que revela misterios ocultos, y esta revelación es fuente de encanto.

Urbex hace referencia a una práctica que moviliza los márgenes e intersticios del tiempo y el espacio que aún no han sido tomados por una organización de mercado. Es más, los espacios de urbex representan sustitutos de la utopía, que se interpenetran en las estrategias aplicadas por el individuo para detectar el encantamiento en el mundo.

La aparición del “porno de la ruina

La noción de deriva nos invita a introducir el voyeurismo del paseante, que se siente atraído por los rincones oscuros y sórdidos de la ciudad. Los espacios del urbex pueden entonces ser objeto de voyeurismo y dar lugar a la “ruin porn”. Se trata de vídeos y fotos tomados en los lugares visitados, reduciéndolos a una simple estética de la decadencia al desvincularlos de sus contextos sociales, históricos y de otro tipo.

Sin embargo, los urbexers también pueden hacer vídeos y fotos para conservar las huellas del pasado antes de que la degradación del lugar físico elimine su historia. Esta atracción por las ruinas, y más en general por el pasado, forma parte de un primer sucedáneo de la utopía: la retrotopía. Se refiere a la creciente tendencia de los individuos “desencantados” a volverse nostálgicamente hacia el pasado para compensar lo que les falta. Las utopías ya no se orientan hacia el futuro, sino hacia el pasado.

Las seis dimensiones de la heterotopía

Urbex te lleva de un mundo a otro, aislado de lo cotidiano. Este otro mundo representa un segundo sucedáneo de la utopía, al ser una heterotopía. Corresponde a un lugar real, un espacio diferente, una utopía localizada (ciudades de vacaciones, por ejemplo). Se ha demostrado que los espacios urbex satisfacen los seis principios de una heterotopía. Por ejemplo, estos espacios son heterotopías de la desviación. Se refieren a lugares ocupados por individuos cuyo comportamiento se considera desviado (por ejemplo, instituciones psiquiátricas).

Los espacios urbex, por su parte, son frecuentados por personas que cruzan una frontera legal para acceder a un espacio creativo y fronterizo en oposición a la superficialidad y la certidumbre manufacturada y organizada del consumismo reacio al riesgo. En este sentido, los urbexers no se tragan las aventuras organizadas. Inventan las suyas propias. Además, los espacios urbex dan lugar a prácticas que pueden calificarse de disidentes, porque mantienen una relación ilegítima, novedosa, insólita o transgresora con el espacio o el tiempo. Por otra parte, los espacios urbex reúnen varias localizaciones incompatibles en un único lugar real. Estos espacios yuxtaponen un espacio de denotación, esencialmente ligado a lo visible, y un espacio de connotación. Este último lo generan los sonidos, los olores y las sombras creadas por la inusual oscuridad de los espacios interiores cotidianos.

Esta referencia a la oscuridad nos invita a introducir la escotopía, como tercer sustituto de la utopía, que designa la visión en la oscuridad. Al no apelar específicamente a la vista, una experiencia urbex nos permite redescubrir otros aspectos sensuales gracias a la escasa luz que ofrece, siendo estos otros aspectos a menudo excepcionales en la vida cotidiana. Por último, al igual que las heterotopías, los lugares urbex tienen un sistema de apertura y cierre que los aísla y los hace accesibles.

Una heterotopía ofrece un espacio y un tiempo ajenos a los de la vida cotidiana. En el caso de urbex, este sistema se materializa mediante la presencia de vallas, muros, etc. que prohíben el acceso público a los lugares y los separan del espacio cotidiano que los rodea. Este sistema crea un espacio de exclusión que garantiza la supervivencia del encanto creado. Para concluir sobre este carácter heterotópico, resulta que los espacios urbex realizan y localizan las utopías del anticapitalismo, la gratuidad, la libertad…

Urbex y el turismo

El atractivo del urbex ha animado a las empresas a apropiarse de esta práctica no mercantilizada organizando visitas guiadas a lugares abandonados (por ejemplo, el chernobyl-tour.com, o los tours urbex de Detroit). Esta mercantilización se hace eco de investigaciones que consideran que el urbex puede generar un turismo de abandono y, más allá, que el capitalismo ha recuperado la crítica artística que denuncia la pérdida de sentido producida por esta mercantilización. Otras investigaciones sugieren que el urbex es una forma de antiturismo, o incluso todo locontrario.

Foto de apertura: Urbex -una contracción de exploración urbana- refleja una relación con el lugar y el tiempo. Silivia73 Shutterstock. Esta nota fue preparada por The Conversation.