Existe consenso sobre la necesidad de llevar a cabo una transformación estructural en el sector turístico que coloque a la sostenibilidad como eje central de la gestión.
Por María Jesús Such Devesa, Catedrática de Universidad en el área de Economía Aplicada, Universidad de Alcalá; Ana B. Ramón Rodriguez, Catedrática en el Departamento de Análisis Económico, Universidad de Alicante; Patricia Aranda Cuéllar, Profesora Ayudante Doctora, Universidad de Alcalá, and Víctor Mas Pérez, Investigador predoctoral en Economía del Turismo, Universidad de Alcalá, España.
Cuando el Foro Económico Mundial (WEF) revisó en 2021 la composición de su ranking de competitividad turística mundial, España, que había sido líder desde 2015, fue apeada a la tercera posición.
Ese mismo año, el Índice de Competitividad en Viajes y Turismo (TTCI) pasó a llamarse Índice de Desarrollo de Viajes y Turismo (TTDI) al incorporar una nueva dimensión: la sostenibilidad, medida a través de sus tres pilares, medioambiental, resiliencia socioeconómica y presión de la demanda.
Sostenible y resiliente
El Foro Económico Mundial justificó el cambio del término competitividad por el de desarrollo aludiendo que así se visibiliza mejor a aquellos países que permiten un desarrollo sostenible y resiliente de su sector turístico. Algo que, a su vez, contribuye al crecimiento del país. De hecho, el eslogan de presentación del nuevo índice fue: “Reconstruyendo para un futuro sostenible y resiliente”.
En cualquier caso, estos rankings sirven de referencia para analizar la competitividad de los destinos, pues cubren cerca del 97 % del PIB mundial correspondiente a turismo y viajes.
La mayoría de las veces, al hablar sobre sostenibilidad turística se habla de turismo sostenible (sustainable tourism), entendido como la sostenibilidad exclusiva de la actividad turística, separada de objetivos más amplios de desarrollo. Frente a esta visión, existe el desarrollo sostenible del turismo (sustainable tourism development), que considera al turismo como un vehículo para la consecución de desarrollo sostenible.
En febrero de 2024, la ONU acordó que 2027 será el Año Internacional del Turismo Sostenible y Resiliente. Con esto, se busca promover medidas a todos los niveles para promover y acelerar el desarrollo sostenible a través del turismo.
¿Sustentabilidad social?
En el TTDI 2024, España ha recuperado una posición y ocupa el segundo lugar en el ranking mundial. ¿Cómo se hace compatible esto con los crecientes movimientos de protesta de los residentes de destinos turísticos emblemáticos como Barcelona, Canarias o Baleares?
El elemento que con más rapidez y contundencia está exigiendo respuesta por parte de la industria turística es la llamada turismofobia, claramente relacionada con los procesos de saturación turística. De hecho, es el aspecto en el que España puntúa peor en el TTDI 2024 y en el que, en general, salen peor paradas las economías europeas.
No todos los implicados tienen el mismo grado de responsabilidad, pero la problemática sí tiene carácter general y compromete el futuro de los destinos pues altera la capacidad de convivencia entre residentes y turistas.
Llevado al extremo, vacía a los barrios de sus residentes para alojar turistas como si se tratara de parques temáticos. La proliferación descontrolada de alojamientos a través de plataformas como Airbnb genera transformaciones profundas en los territorios en los que opera y acaba favoreciendo la tensión social en ellos.
En el gráfico situado sobre este párrafo se posiciona a los países de cada región analizada de acuerdo a su puntuación en el TTDI (eje vertical) y a la dimensión de sostenibilidad (eje horizontal), y muestra cómo los del África subsahariana, de Asia-Pacífico y de América lideran en sostenibilidad, a pesar de estar lejos de las primeras posiciones en el índice de desarrollo.
En cambio, el caso de Europa (en azul claro) es diferente: pese a no ser puntera en sostenibilidad sigue siendo la región líder al ser la que más países aporta a los primeros puestos.
En el gráfico anterior se observa un patrón de dominio por parte de los países europeos y americanos, donde la economía de plataformas se ha desarrollado más. La aproximación del Foro Económico Mundial a esta variable es que a mayor densidad, más competitivo. Sin embargo, ¿no es un indicativo de la presión turística que sufren algunos países?
Liderar este apartado del índice no debería ser, a priori, algo (tan) positivo, a la vista de las consecuencias que tiene sobre las ciudades y los movimientos reactivos y de turismofobia que puede generar. Una visión más profunda e integral podría servir para medir mejor la sostenibilidad social y económica de los países.
Fuerza regeneradora
La idea de regenerar despierta esperanzas de recuperar calidad ambiental y democrática, cohesión social, vida comunitaria. El término regenerativo está cobrando fuerza más allá del marco sostenibilista.
Tras casi 40 años cobijando bajo el término sostenible declaraciones y etiquetas de toda índole, las desigualdades crecen (tanto a escala global como nacional y local) e indicadores como el Día del Sobregiro de la Tierra se adelanta cada año.
Quizás también haya llegado la hora de dar el paso hacia el turismo regenerativo, resiliente y sostenible.
Esta nota fue preparada por The Conversation.
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