Con el cambio climático, los tornados son cada más frecuentes y violentos en el sur y el centro de los Estados Unidos. Generan mucho temor; pero al mismo tiempo fascinación, lo que explica por qué va creciendo el turismo en torno a esos terroríficos fenómenos naturales.
Tornado Alley es una parte del centro de los Estados Unidos, donde los tornados son más frecuentes que en el resto del mundo. Cubre una gran extensión de llanuras, en la cuenta de los ríos Misisipi y Ohio y el valle del bajo Misuri. Es ahí donde operan las agencias que realizan los tours extremos para observar muy de cerca estos temibles y devastadores fenómenos naturales. Como en la película Twister, unos vehículos equipados con sensores y radares recorren las llanuras en busca de aquellas espirales de aire. La meta es acercarse lo más posible para sacar fotos impactantes.
Con el recambio climático, los tornados son cada vez más frecuentes (y cada vez más violentos). La cantidad de turistas que se anotan en viajes caza-tormentas también va creciendo. Es una modalidad impulsada en parte por las películas de Hollywood, pero sobre todo por las redes sociales. Además de buenas fotos, estos turistas extremos “quieren emoción y un subidón de adrenalina”, como lo comenta uno de los miembros de ExtremeTornadoTours, una empresa especializada en estos viajes muy particulares.
Las salidas se asemejan a verdaderas expediciones, con varios vehículos a la vez y grupos de nomás de 20 persona por salida. Recorren una extensa zona, entre el norte de Texas y los dos estados de Dakota. Cada salida está encabezada por uno o varios meteorólogos especialistas en tornados que se guían con radares y las noticias de los servicios climáticos locales y regionales en tiempo real. Son viajes que suelen organizarse entre abril y agosto, con un pico en mayo, cuando suele haber la mayor concentración de tornado en la región. Cuestan de US$ 2.000 a 4.500 según la duración, las distancias recorridas y el tipo de acomodación elegida. La gran mayoría de los turistas son originarios de América del Norte, pero hay cada vez más extranjeros, muchas veces turistas extremos que ya participaron en otras expediciones alrededor del mundo, por ejemplo para ver auroras boreales en Islandia o Laponia, o las tormentas de rayos en la región de Catatumbo (Venezuela).
Las agencias que organizan viajes caza-tornados suelen tomar en cuenta todos los parámetros de seguridad posible. Y si bien el servicio nacional de meteorología desaconseja salir durante episodios de tormentas extremas, las expediciones son cuidadosamente preparadas y los grupos reciben una formación para poder actuar en caso de emergencia. Sin embargo, las agencias advierten que la seguridad al 100 % es imposible de asegurar para tales viajes.
Los tours se suelen focalizar en zonas rurales, lejos de pueblos y construcciones. Para los participantes, la meta no es presenciar una destrucción como en las películas de efectos especiales, sino “sentir el poder de la naturaleza y ver de cerca un fenómeno que escapa al cualquier tipo de control humano o tecnológico”. Los choferes de las camionetas reconocen, sin embargo, que el mayor peligro proviene del tránsito y no tanto de los tornados. En los 90, solo un puñado de personas se interesaba en esta actividad. Ahora son legiones las agencias que lanzan sus vehículos sobre los mismos caminos rurales y los choques son frecuentes…
La observación de tornados es, para muchos de los grupos, una manera distinta de recorrer los Estados Unidos y zonas alejadas de cualquier corredor turístico. Se transita por las inmensas llanuras del centro, conociendo pequeños pueblos y localidades donde sigue vivo el espíritu del oeste y de la gran epopeya norteamericana.
Fotos: Tornadic Expeditions y ExtremeTornadoTours.
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