Todos los viajeros habrán notado que las compañías aéreas suelen pintar sus aviones de blanco. Solamente la parte trasera suele llevar los colores de las empresas.
Antes de pintar el avión con los colores y el logo de la aerolínea, los fabricantes aplican una capa protectora anticorrosión, que puede ser verde si el avión está hecho principalmente de aluminio o amarillo-beige si está hecho principalmente de materiales compuestos. Tras la preparación y el tratamiento de la superficie, se aplican las capas de pintura pedida por la aerolínea que operará el avión.
La pintura utilizada en un avión de pasajeros debe cumplir obligatoriamente estos tres requisitos: durabilidad, resistencia a los rayos UV y brillo (en este último caso es por razones estéticas).
El color de la pintura suele ser blanco, a la excepción de algunas operaciones comerciales. Es porque el blanco ayuda a reflejar los rayos del sol, y la pintura blanca a base de dióxido de titanio es la más barata de producir. Este es un argumento importante para las compañías aéreas, dado que se necesitan entre 130 y 500 litros para pintar un avión de pasajeros, dependiendo de su tamaño. Es un costo relevante, que debe repetirse varias veces a lo largo de la vida de cada avión. Además, los parches parciales son más fáciles y más estéticos cuando se trata de un blanco estándar. Hay una ventaja adicional, que proporciona la pintura blanca: facilita la detección de daños o fugas en el fuselaje.
La “piel de tiburón“: un revestimiento para aviones que les permite consumir menos combustible en vuelo.
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