“La gente que nos visita quiere ver la historia que hay detrás de cada producto y de cada comunidad rural”.
Costa Rica es uno de los país que más avanzó para que su economía sea totalmente sustentable. El pequeño país centroamericano también es un modelo de desarrollo agrícola, que genera a su vez un importante sector de ecoturismo y turismo rural. El Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca costarricense, Renato Alvarado Rivera, nos explica como logran crear modelos virtuosos, logrando desarrollo y cuidado del medio ambiente al mismo tiempo.
Quisiera que nos explique un poco más el modelo de Costa Rica, uno de los más avanzados a la hora de conciliar productividad con cuidado del medio ambiente, y es también uno de los países que más hizo y logra para ser neutro en emisión de carbono.
Históricamente nuestro país se implicó en proteger su medio ambiente. Y hoy el gran desafío de nuestro tiempos, frente a los cambios climáticos, es la descarbonización. Y queremos que esta política se convierta también en un instrumento de desarrollo país y de generación de riqueza.
Impulsamos con mucha más agresividad ese proceso que veníamos desarrollando. Es cierto que el país tiene grandes áreas de protección y parques nacionales -el 25% del territorio nacional está bajo algún esquema de conservación- pero seguimos avanzando en la recuperación del suelo y de las áreas forestales. Logramos un 50% de reforestación en los últimos 20 años, un resultado que ha sido producto de la sinergia que hemos logrado entre la producción agropecuaria y la conservación mediante el desarrollo de prácticas que nos permiten ser mucho más resilientes en las fincas ganaderas.
Con los productores agropecuarios hemos desarrollado prácticas de reforestación, de generación de cercas vivas con árboles autóctonos entre parcelas, que nos permitan desarrollar sombra y recuperar biodiversidad. Hemos desarrollado el aspecto tecnológico con semillas de pastos que adaptados a nuestro clima, para que el ganado pueda seguir teniendo el forraje necesario. Hemos logrado también instalar molinos de viento y paneles solares para poder tener cercas eléctricas que nos permiten maximizar y aprovechar la cantidad de área por animal. Es importante porque tenemos aquí en ciertas regiones una temporada de sequía y estas acciones nos permitieron alimentar bancos forrajeros y tener agua suficiente para mantener y sostener la cantidad de carga animal por cada hectárea.
Hemos promovido con los productores la técnica del ensilaje, que conocen muy bien en la Argentina. Gracias a esto los productores pueden alimentar sus animales durante las temporadas secas, incluso en la región de Guanacaste, donde estos períodos se extienden de siete a ocho meses al año. En la actualidad tenemos más de mil fincas en el país bajo este esquema de producción, con pequeñas parcelas de no más de 10 hectáreas, donde tenemos una carga de dos animales por hectárea. Les da una oportunidad a los productores de ser mucho más resilientes ambientalmente; pero también económicamente para que tengan rentabilidad.
¿Estos mismos resultados amigables con el ambiente los logran con cultivos emblemáticos de Costa Rica, como cacao o café?
Efectivamente. Estamos retomando la producción de cacao últimamente. Es un producto autóctono que se producía ancestralmente y que dejo de serlo por un problema biológico, la monilia. Durante un largo tiempo, se abandonó la producción de cacao en Costa Rica. Ahora estamos retomándolo porque vemos una gran oportunidad de negocio. Hay una enorme demanda para el cacao costarricense, que es autóctono y conservó variedades ancestrales que estamos recuperando. Está por ejemplo lo que llamamos el “cacao blanco”. El CATI, nuestro instituto de investigaciones y transferencia de tecnología, posee el segundo banco de germoplasma más grande del mundo. Gracias a la diversidad que conserva, podemos desarrollar nuevamente la producción de cacao con variedades resistentes a la monilia. Promovemos cultivos asociados con la arborización, ya que el cacao necesita sombra. Eso nos permite hacer plantaciones de cacao entre árboles nativos, al igual de lo que se venía haciendo ya con el café.
Producimos café con prácticas ambientales de conservación del suelo, de reducción de carbono y optimización del agua. A la diferencia de lo que se hace en otros países, la arborización de nuestros cafetales nos permite conservar la calidad del suelo y por consecuencia mejorar la calidad de la planta y la del grano de café. Hemos creado variedades de plantas de café de mayor eficiencia productiva, con ciclos más cortos. Y esto a su vez nos ayuda en el proceso de conservación y reforestación. Es un circulo virtuoso por donde se lo mira.
Hablando de café, Costa Rica tiene una cooperativa en proceso de ser incorporada a la red de sitios Sipam (Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola Mundial, un programa de las Naciones Unidas).
Es correcto. Está en la zona de los Santos, en Santa María de Dota. Allá tenemos condiciones de producción muy interesantes porque la población y las fincas de cultivo están al costado de un parque nacional y de áreas de conservación importantes, con una gran biodiversidad. Para explicarlo a los que no conocen la región: son zonas montañosas con densas capas de vegetación y mucha fauna. Se creó una fuerte interacción entre el cultivo del café, la naturaleza y las poblaciones locales.
Esta zona tiene un algo grado de compromiso con la conservación de su medio ambiente y logra producir el mejor café del mundo, el café de Santa María de Dota, que alcanzó precios extraordinarios, de hasta US$ 40.000 por quintal. Su gusto es muy particular y es producto de esta sinergia entre la conservación, la utilización de bio-insumos para la producción y la recuperación del suelo.
La relación entre ambiente, comunidad y producción atrajo la atención de la FAO que designó esa zona como Sipam. Creemos que el país va a tener otras que podrán clasificar de la misma. Se trata por ejemplo de la zona de Buenos Aires (un pueblo rural en el sur de Costa Rica) donde hoy en día tenemos poblaciones indígenas que desarrollaron una interesante sinergia entre producción, poblados, desarrollo, y naturaleza.
Quiero subrayar que toda esta movida va también de la mano del arte culinario tradicional. Pero en resumen, Santa María de Dota tienen todas estas características que requiere un sitio Sipam: visión de protección, de conservación y de producción junto a un arte culinario, tradición gastronómica, prácticas ancestrales de producción, tradiciones sociales y mucho más.
¿Cómo vincula la producción con el agroturismo?
Realizamos un trabajo intenso con el Ministerio de Turismo para crear nuevas vías de turismo. La gente que nos visita quiere ver la historia que hay detrás de cada producto, de cada comunidad; quiere saber por qué una comunidad toma la decisión de conservar su medio ambiente, abandonar ciertas zonas y cultivos para que se recuperen las tierras. Estas movidas generan desarrollo turístico, porque la producción es reemplazada por naturaleza, fauna y flores. La diversidad natural de Costa Rica es impresionante. Las nuevas tendencias del turismo aprecian nuestros esfuerzos para mostrarle al visitante que detrás de cada producto hay una historia, hay un ser humano dispuesto a compartir, hay un intercambio con la naturaleza.
Fomentamos también la generalización del hospedaje en casa de los productores. Y los invitamos a venir y compartir con nosotros todas estas experiencias. Les prometo que conocerán así lo que significa la producción en un país que se ha preocupado por disminuir su huella de carbono, ser carbono neutro y producir de manera amigable con el ambiente.
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