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Harry Potter Studios / Por Pierre Dumas

Los estudios donde se filmó la serie de ocho películas de Harry Potter, en las afueras de Londres.

Kings Cross es una de las principales estaciones de Londres, donde un vaivén constante de turistas y locales pasan sin cesar por los andenes. Entre ellos hay siempre una pequeña fila de turistas que esperan frente a una de las paredes de la estación: son los que buscan sacarse una foto con el carrito de Harry Potter, que –tal como mandan las novelas y la película del famoso personaje- está a punto de atravesar el muro para pasar al mundo mágico. Se trata del famoso y mágico andén 9 y 3/4, desde donde es posible abordar el Hogwarts Express, según creó la imaginación de la narradora escocesa J. K. Rowling en la serie luego llevada al cine en una serie de ocho películas. En un andén no mágico, pero que también lleva a la magia, otra estación de Londres –la de Euston- invita a subirse a un tren para llegar hasta los Estudios de Harry Potter, en las afueras de Londres. Es allí donde se filmaron las películas y donde aún quedan los escenarios y la utilería del mundo mágico.

Leavesden, de la industria al cine

Leavesden era una localidad gris de los suburbios de Londres, donde durante la Segunda Guerra Mundial se fabricaban aviones. Más tarde, se elaboraorn aquí motores Rolls-Royce para la industria de los aviones. En los años 70 el lugar entró en crisis y cerró sus puertas, pero los grandes galpones y la pistas de aterrizaje encontraron nueva vida como locación para numerosas películas (incluyendo parte de “Golden Eye”, de la serie James Bond).

En los umbrales del siglo XXI, Warner eligió el lugar para filmar la serie de Harry Potter. Y así el centro metalmecánico de Leavesden se convirtió en el centro productivo más curioso y “mágico” de Europa: porque no sólo se crearon nuevas profesiones vinculadas a la tecnología más moderna del cine, sino que se rescataron viejos oficios. Desde los ebanistas dedicados a tallar varitas mágicas hasta los armadores de sombreros góticos y los carpinteros especialistas en levantar puentes medievales.

Hoy durante una visita se pueden ver decorados, trajes, objetos y escenarios clave como la casa de la familia Weasley o el despacho del director de Hogwarts, Albus Dumbledore. También la choza de Hagrid, el gigantón que cuida de Harry y sus amigos en la escuela. Aquí no hay en cambio juegos o vértigo, como en los parques de diversiones de Florida, sino la verdadera magia del cine y su arte.

Pura conservación

A lo largo de los años de filmación se fueron conservando todos los elementos utilizados en las películas. Algunos se usaron en toda la serie, como la gigantesca maqueta a escala de Hogwarts o la habitación de los varones de Gryffindor en el castillo. Lo mismo ocurrió con numerosos objetos y de trajes que son auténticas artesanías y valía la pena exponer, tal como decidió hacer Warner al terminar la saga de películas.

La visita empieza apenas se baja del bus que va y viene desde Watford Junction cada media hora. El primer lugar que atrapa es la habitación bajo el hueco de la escalera donde Harry niño vivía con los Dursley y su primo Dudley. No muy lejos están Diagon Alley, el callejón mágico, y los incontables y misteriosos frascos del aula de la clase de pociones. Sin embargo, lo más impactante es la gran sala comedor de Hogwarts, donde el pequeño Harry pasó –al comenzar sus aventuras- el ritual de selección con el Sombrero Seleccionador. La sala se ve preparada para una cena, con decoraciones especiales que van cambiando para diferentes momentos del año como Navidad o Halloween. En uno de los extremos del gran salón hay estatuas de los profesores, con sus trajes originales, paradas sobre el estrado.

Con todo cuidado se recrearon todos los efectos especiales y hay cientos de objetos que se vieron en las películas: la chimenea de piedra tallada, las ventanas góticas de madera y cristal, las gárgolas que vigilan desde las paredes, el púlpito de Dumbledore, las velas flotantes. Allí mismo explica cómo hicieron los técnicos para lograr este efecto; lo mismo ocurre en varias partes de la visita, cuando se revelan trucos, maquillajes y máscaras de ciertos personajes.

Hay además muchas vitrinas donde detenerse extasiados: la gran pagoda de cristal y los trajes del baile de gala “Harry Potter y el Cáliz de Fuego”, la habitación de Harry y Ron en los aposentos de Gryffindor, los  cuadros de telas como los que muestran a una joven profesora McGonnagall, directora de la Casa Gryffindor.

El despacho de Dumbledore es uno de los lugares más intrigantes, un ámbito gótico enmarcado por columnas de piedra y un escritorio repleto de objetos misteriosos. El propio director de Hogwarts está allí, de pie, como esperando a los espectadores. Y fascina su “gabinete de la memoria”, donde Dumbledore guarda sus recuerdos en frascos de vidrio. Hay unos 800 frascos, todos hechos y etiquetados a mano.

Un poco más lejos se levanta la rústica casa de Hagrid, llena de cachivaches, jaulas y trampas que recuerdan la afición de su dueño por los animales más peligrosos del mundo mágico. También se puede ver el comedor de la Madriguera, la casa de la familia Weasley, y las oficinas del Ministerio de la Magia con el despacho de Dolores Umbridge.

La visita continúa en el Backlot, un sector en exteriores donde está el bus de tres pisos que recorre Londres por la noche (aparece por primera vez en “Harry Potter y el Prisionero de Azkaban”) y Privet Drive, con el chalet de los Dursley. Y al final, el broche de oro en Diagon Alley, con el negocio de Ollivander y el local de chascos de los Weasley, y la espectacular maqueta del castillo de Hogwarts, una obra maestra que incluye todos los detalles a escala: torreones, puentes, promontorios rocosos, patios centrales, ventanas iluminadas, caminos y hasta vitrales.

Visitas

Debido a la afluencia de visitantes, es imprescindible reservar y comprar la entrada previamente por Internet (no sólo el día; también se reserva la franja horaria). Ala hora de hacer la reserva también hay que asesorarse sobre cómo llegar hasta Leavesden: para ello hay que hacer una combinación de tren desde Euston hacia la estación Watford Junction, donde un bus del complejo llega para buscar a los viajeros.

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