Argentina

El camino jesuítico de Córdoba

Este itinerario permite descubrir el legado que dejó la orden en la provincia del centro de la Argentina.

La orden de la Compañía de Jesús fue fundada por el religioso español Ignacio de Loyola, en 1534. Estuvo muy activa en América Latina durante los primeros tiempos de los virreinatos del Nuevo Mundo. En la Argentina, realizó muchas obras civilizadoras en las actuales provincias de Misiones y Córdoba.

La orden fue la defensora de conceptos distintos y revolucionarios en sus tiempos. Los jesuitas integraban a los indígenas, los formaban y promovían su desarrollo espiritual, económico y social. También se diferenciaron por medio de la “Encarnación”, la visión de un Dios activo. La orden fundó grandes estancias productivas y creó pueblos, hasta su expulsión de las Américas, en 1767. A lo largo del siglo XVIII, las monarquías ilustradas de Europa querían limitar el poder financiero y político de la orden. 

Los jesuitas llegaron a Córdoba en 1599 y durante más de un siglo y medio participaron en la prosperidad de la ciudad y en su prestigio intelectual. Luego de su expulsión pudieron volver un siglo más tarde y para financiar sus obras educativas impulsaron un importante tejido económico, organizado alrededor de las estancias, cuyo legado atravesó los tiempos para convertirse en un atractivo turístico en la actualidad. 

El patrimonio jesuítico de Córdoba pasó a integrar el Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO en el año 2000. Los edificios de la Manzana Jesuítica de la capital provincial y varias haciendas formaron parte de este conjunto que propició la creación de un circuito turístico. 

En la Capital este circuito jesuítico abarca la antigua sede de la Universidad Nacional de Córdoba, la Iglesia de la Compañía de Jesús, la Capilla Doméstica, la Residencia y el Colegio Monserrat. Este patrimonio es el mayor atractivo de la ciudad y el punto de partida del Camino de las Estancias Jesuíticas. 

Manzana Jesuítica de Córdoba Capital. 

Estancia de Caroya: a 50 kilómetros al norte de la capital. Fue creada en 1616 y fue el primer establecimiento rural que construyó la Compañía. Funcionó como casa de verano del Colegio Monserrat y fue sede de la primera fábrica de armas blancas en la Guerra de la Independencia. Más tarde se convirtió en residencia de pioneros friulanos, quienes fundaron la localidad de Colonia Caroya. La finca conserva su estructura colonial y arquitectura residencial. Se compone de un patio central en claustro, una capilla y una quinta. Allí se pueden observar los restos de un molino y un canal a cielo abierto, entre otros distintivos. En el lugar se realizan visitas guiadas por el Museo Histórico y de los Inmigrantes, que exhibe antiguos objetos y muebles. En las recorridas se explican los sistemas y técnicas que empleaban los jesuitas para llevar adelante su producción. 

Estancia de Jesús María: se construyó en 1618 con foco en la producción vitivinícola. Se sitúa 4 km al norte de la primera parada en Colonia Caroya. Es por donde pasaba el Camino Real. Se puede recorrer su iglesia, residencia y bodega, así como los restos de antiguos molinos. En el trayecto se incluyen testimonios que recrean los espacios productivos de la época. A su vez, se permite conocer los lugares en que se molían las uvas. En tanto, la casa que habitaban los jesuitas expone elementos religiosos y una colección de valor arqueológico acerca de las deidades de los pueblos originarios. Vale señalar que desde 2014 la propiedad es un sitio de memoria de la organización Ruta del Esclavo. (en la foto de apertura de la nota)

Estancia de Santa Catalina: se encuentra en camino a Ascochinga. Es un complejo que los jesuitas pusieron en marcha en 1622. Se trata del mayor conjunto arquitectónico edificado por la Compañía fuera de la ciudad de Córdoba. La propiedad contaba con 20.000 cepas de vid, un molino y diversas herramientas. En este predio, los religiosos se dedicaron a la plantación de frutales. En 1740 construyeron la residencia y una nueva bodega, donde vio la luz la legendaria lagrimilla. Santa Catalina se destacó como centro de producción agropecuaria y por el obraje con sus telares. También fue reconocida por su herrería y carpintería, su sistema de dos molinos y la conducción subterránea del agua que venía desde Ongamira, a varios km de distancia. La finca se puede recorrer junto con un guía. En el lugar se aprecia una iglesia que cuenta con una imponente fachada de dos torres, un cuerpo central de remate curvilíneo y otros detalles que dan cuenta de la influencia del barroco centroeuropeo. 

Estancia de La Candelaria: se halla en plena área serrana. Su figura sobresale hacia el norte de las Sierras Grandes, a 150 km de la capital provincial. Desde 1683 funcionó como establecimiento rural ganadero bajo supervisión de los jesuitas, quienes se dedicaron a la cría de mulas en sus 300.000 hectáreas de extensión. La construcción comprende la capilla y la residencia del padre estanciero. En torno a este predio también se observan el obraje, los corrales, las ruinas del sistema hidráulico y la ranchería, que eran las habitaciones destinadas a los esclavos. Otro rasgo particular de esta estancia es que se asemeja a un fortín. La organización del espacio gira en torno a un patio central. En tanto a sus lados se sitúa la iglesia, donde se puede ver la imagen tallada en madera de la Virgen de las Candelas. Otro diferencial de La Candelaria es que cada 2 de febrero allí se celebra a la Virgen en un evento que incluye misa, peregrinaciones y desfiles gauchos. 

Estancia Alta Gracia: se ubica a 38 km de la capital. En su construcción, que data de 1643, destaca una iglesia de arquitectura de influencia barroca. A su lado funciona el Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers. Es posible sumarse a las visitas guiadas que se brindan alrededor del complejo. En su interior, las salas están ambientadas de acuerdo a los diferentes huéspedes que habitaron la hacienda, se trate de los esclavos africanos, las mujeres, los jesuitas o el propio virrey. 

Fotos: Agencia Córdoba Turismo. 

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