Más de tres siglos después de su desaparición, el dodo, ese emblemático ave extinta por la actividad humana, podría estar en camino de regresar a la vida. Científicos de la empresa estadounidense Colossal Biosciences, especializada en la “de-extinción”, han anunciado avances cruciales hacia la resurrección de este peculiar pájaro. La meta: reintroducir al dodo en su isla natal, Mauricio, utilizando las últimas innovaciones en genética. Sin embargo, el proyecto plantea desafíos científicos, éticos y ecológicos significativos.
Colossal Biosciences, conocida por sus intentos anteriores de recrear especies extintas como los lobos gigantes, ha dado un paso decisivo en la reconstrucción del dodo. Recientemente, la empresa anunció que ha logrado cultivar células reproductivas provenientes del pichón de Nicobar, el pariente más cercano del dodo. Esta conquista representa una fase crucial en la creación de un dodo “renacido”, ya que estas células podrían servir para producir aves con características genéticas del extinto dodo.
El proceso incluye la modificación genética de estas células para luego implantarlas en gallinas modificadas genéticamente, que actuarán como madres sustitutas. Los huevos resultantes permitirán la creación de aves con una apariencia similar a la del dodo original, que alguna vez habitó las islas del Océano Índico.
Ben Lamm, director ejecutivo de Colossal, indicó en una entrevista con The Guardian que esperan que el proceso de resurrección se complete en un plazo de cinco a siete años, mucho antes de lo que se anticipaba inicialmente. “Nuestro objetivo es producir suficientes dodos con diversidad genética suficiente para ser liberados en la naturaleza, no solo unos pocos, sino miles”, explicó.
Un proyecto lento y cuidadoso
El proyecto de resurrección del dodo no es una tarea sencilla. Beth Shapiro, líder científica del proyecto, subraya que este es un proceso largo y reflexivo, que no se limita a “liberar miles de dodos en Mauricio de un día para otro”. En cambio, el plan es avanzar de forma controlada, asegurando que las condiciones del hábitat sean adecuadas para la reintroducción de las aves.

Controversias y críticas al proyecto
Aunque el proyecto ha generado entusiasmo, no ha estado exento de críticas. Varios científicos han expresado su cautela ante la complejidad del proceso. Leonardo Campagna, biólogo evolutivo del Cornell Lab of Ornithology, señaló que aunque los avances son impresionantes, aún existen enormes incógnitas científicas sobre cómo crear un dodo genéticamente exacto. “¿Será realmente un dodo? ¿O simplemente un pichón de Nicobar modificado?”, cuestionó Campagna.
Por otro lado, Rich Grenyer, biólogo de la Universidad de Oxford, advierte sobre el riesgo moral que implica la manipulación genética de especies extintas. En una entrevista con The Guardian, alertó sobre la posibilidad de que este tipo de proyectos fomente la explotación de especies actuales, acelerando su extinción y destruyendo sus hábitats.

El dodo fue un símbolo de la destrucción humana de la biodiversidad
El dodo fue un ave única que vivió en las islas de Mauricio sin predadores naturales. Sin embargo, su suerte cambió drásticamente en el siglo XVII, con la llegada de los colonizadores europeos. La caza masiva y la introducción de animales como ratas, cerdos y monos por parte de los humanos destruyó sus nidos y, debido a su falta de defensas naturales, el dodo no pudo resistir. La última referencia confiable sobre el dodo data de 1662, cuando un marinero holandés lo describió como una “gran especie de ganso”.
Hoy, más de tres siglos después de su extinción, la intención de traer de vuelta al dodo pone de manifiesto las consecuencias del impacto humano en la biodiversidad. Si bien este esfuerzo científico busca corregir una extinción causada por el ser humano, también resalta la urgente necesidad de proteger las especies actuales antes de que sea demasiado tarde. Con casi dos millones de especies actualmente amenazadas de extinción, este proyecto también sirve como recordatorio de la importancia de la conservación.

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