Durante siglos, las auroras boreales han fascinado a los pueblos del norte del planeta. Llamadas también luces del norte, estos resplandores verdes, violetas o rojizos que cruzan el cielo polar han inspirado mitos, temores y leyendas, pero también el interés científico más riguroso. Detrás de su belleza está uno de los fenómenos físicos más impresionantes del sistema solar: la interacción entre el viento solar y el campo magnético terrestre.
Lejos de los mitos, las auroras boreales son un fenómeno atmosférico causado por partículas cargadas del Sol (electrones y protones) que viajan con el viento solar. Al llegar a la Tierra, son desviadas por el campo magnético hacia las zonas polares, donde colisionan con los átomos de oxígeno y nitrógeno en la atmósfera superior.
Estas colisiones excitan a los átomos, que liberan energía en forma de luz visible, generando las auroras. Las diferentes altitudes y gases determinan los colores observables:
- 🟩 Verde: oxígeno a baja altitud (95–250 km). Es el color más frecuente y visible a simple vista.
- 🔴 Rojo: oxígeno a más de 250 km. Es el más raro.
- 🟦 Azul y violeta: nitrógeno excitado. Ocurren en las auroras más intensas.
Por qué la cámara ve más que el ojo humano
Un error común entre los viajeros es creer que las auroras se verán tan brillantes y coloridas como en las fotografías.
En realidad, nuestros ojos no perciben toda la intensidad del color.
- El ojo humano usa dos tipos de células: conos (para el color, con luz brillante) y bastones (para la visión nocturna, pero sin color).
- En la oscuridad, los bastones dominan, por lo que la aurora se percibe en tonos grisáceos o verdosos muy suaves.
- Las cámaras, en cambio, acumulan luz durante varios segundos de exposición, revelando todos los tonos invisibles para el ojo: verdes intensos, violetas, azules y rojos.
Los distintos tipos de auroras
Dependiendo de la actividad solar y las condiciones atmosféricas, las auroras adoptan diversas formas:
- Arcos: largas curvas que cruzan el horizonte. Son las más comunes y pueden durar horas.
- Bandas: franjas de colores que cambian rápidamente, con duración de 20 a 30 minutos.
- Coronas: destellos intensos que convergen sobre la cabeza del observador; duran apenas segundos.
- Rayos o filamentos: líneas verticales o diagonales de luz, comunes durante fuerte actividad solar.
- Ráfagas o “ribbons”: pliegues que se enrollan sobre sí mismos.
- Brillos difusos (glow): los más raros, que iluminan suavemente todo el cielo tras una tormenta solar.

Cada aurora es única y depende del nivel de actividad solar, que puede preverse mediante observatorios y aplicaciones de meteorología espacial.
Dónde y cuándo ver las auroras boreales
Las mejores zonas del planeta para observarlas se encuentran dentro del óvalo auroral, una franja circular que rodea los polos magnéticos terrestre y abarca latitudes entre los 60° y 70° norte.
Los destinos ideales por lo tanto son:
- Islandia, especialmente la península de Snæfellsnes y la región de Akureyri.
- Laponia (Noruega, Finlandia y Suecia).
- Canadá (Yukón, Territorios del Noroeste y Nunavut).
- Groenlandia y Alaska.
En el hemisferio sur, el fenómeno equivalente se llama aurora austral y puede verse desde la Antártida, Tierra del Fuego o el sur de Nueva Zelanda.
El período óptimo es entre septiembre y marzo, cuando las noches son más largas y oscuras. Cuanto mayor sea la actividad solar, más visibles y coloridas serán las auroras, incluso desde latitudes más bajas.

Para aumentar las chances de poder ver una aurora boreal, seguir estos consejos:
- Alejarse de toda contaminación lumínica (luces urbanas o de carreteras).
- Evitar noches de luna llena, ya que su luz reduce el contraste.
- Dar tiempo a los ojos para adaptarse a la oscuridad (al menos 10 minutos).
- Consultar pronósticos de actividad solar (índice Kp superior a 4 aumenta las probabilidades).
- Buscar un cielo despejado y una zona con horizonte amplio.
Mitos y leyendas del norte
Antes de que la ciencia explicara el fenómeno, los pueblos nórdicos y árticos le dieron significados mágicos:
- Los vikingos creían que eran los reflejos de las armaduras de las Valkirias escoltando a los guerreros al Valhalla.
- En Finlandia, se hablaba del “revontulet”, el “fuego del zorro”, causado por un zorro ártico que rozaba la nieve con su cola encendida.
- Los inuit veían en las luces a las almas de los muertos o de los niños fallecidos, jugando en el cielo.
- Para los samis, las auroras tenían poderes mágicos, y se debía guardar silencio para no provocarlas.
Hoy sabemos que su origen está en el viento solar y las leyes del electromagnetismo, pero su efecto emocional sigue siendo tan poderoso que aún se las asocia con lo espiritual.
La verdad sobre el espectáculo celeste
Ver una aurora boreal no siempre es como en las postales o los timelapses.
En muchas noches árticas, el fenómeno se manifiesta como una nube grisácea o verdosa tenue, casi imperceptible, que solo revela su color verdadero en una fotografía. Pero cuando el cielo se enciende completamente, la experiencia es profundamente sobrecogedora.
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