Situada en la célebre barrera de corales que se extiende por 130 km del litoral de Pernambuco y Alagoas, las dos ciudades son un símbolo de la belleza natural del Nordeste de Brasil, e íconos del paseo de playa ideal: calor, mar tranquilo y aguas de temperatura perfecta. Las piscinas naturales, plenas de peces de colores, son un paseo obligado para viajeros de todas las edades.
Maragogi es como estar en el Caribe, a precios más accesibles, una distancia menor y sin huracanes a la vista. La evidencia son sus arrecifes de coral que forman espléndidas piscinas naturales (allí les llaman galés), muy cercanas a la costa. La ciudad queda a menos de dos horas de viaje de las capitales más cercanas, es decir, Maceió y Recife, ambas con aeropuertos internacionales. Maragogi (se pronuncia maragoyí) ofrece turismo de resorts y en menor medida una infraestructura independiente de hoteles y posadas, pero en la costa de los corales -en la vía que va desde Recife hasta Mararogi- hay muy buena opciones y para todos los presupuestos, a unos 10 kilómetros de distancia.

El encanto de Maragogi es la naturaleza que se ofrece al visitante sin mucho esfuerzo: un catamarán que se adentra desde la costa hasta apenas seis kilómetros de distancia y allí se estaciona para que los viajeros puedan disfrutar de las piscinas o galés, donde el snorkel es uno de los ejercicios favoritos para quienes quieren nadar el agua cristalina entre peces de colores. Ojo: los paseos a las formaciones coralinas sólo pueden hacerse en horarios de marea baja, caso contrario, no hay condiciones para el chapuzón o hacer pie. Durante las lunas creciente y menguante, las galés se llenan de agua y esta se pone más turbia, así que mejor consultar el tema antes de contratar el paseo.
Las playas más lindas de Maragogi -una zona también conocida como “el Caribe brasileño”- son las de Antunes y Barra Grande, a siete kilómetros del centro por la ruta AL-101, en dirección a Recife. En esta última playa, en días de marea baja se forma un banco de arena en el medio del mar, conocido como el “Camino de Moisés”: sí, la referencia bíblica parece obvia, pero el lugar es simplemente paradisíaco.

En la tarde, la playa principal de Maragogi tiene feria de artesanías. Y para quienes quieren explorar la otra cara del lugar, es muy recomendable el camino de Visgueiro, una caminata con guías que conducen a los exploradores a un paseo entre cascadas, y que visita la Asociación de Mujeres de Fibra, una cooperativa que fabrica objetos decorativos con fibra del tallo del banano, que pueden bien servir como souvenir de un viaje memorable.

Japaratinga
Situada a 10 km de Maragogi, Japaratinga es una pequeña localidad que nació como pueblo de pescadores y aún conserva su aire de aldea con alrededor de diez mil habitantes. A pesar de ser menos conocida que su vecina Mararogi, cuenta con una buena infraestructura, que incluye desde un resort de estándares internacionales, hasta posadas para mochileros.

La principal playa de la ciudad es Praia de Japaratinga, que a pesar de su ubicación céntrica mantiene un ambiente apacible y sin aglomeraciones, además de buena dotación de bares y restaurantes. Como todas las playas de costa de los corales, el cambio de las mareas afecta el flujo del agua de mar, que se retrae y se llena de acuerdo a las horas del día. El detalle no es menor -hay que informarse sea en el lugar de alojamiento, sea con los “lancheros” que están en la orilla o en los bares de la zona- ya que de las mareas depende la planificación de paseos que incluyan nadar en el mar o hacer paseos en barco, siempre regidos por los niveles del agua ese día.
Desde la playa del centro parten los paseos hacia la atracción más célebre del lugar: las piscinas naturales, también conocidas como galés. Conviene planificar día y la hora del tour por varias razones: una de ellas es la fiscalización de las autoridades (se trata de un área de protección ambiental), que impone un número determinado de embarcaciones que pueden salir de Praia de Japaratinga cada día; otro, es que no existe un horario fijo de salida, sino que depende del curso de las mareas, ya que el recorrido sólo puede hacerse con un nivel bajo.
El traslado en lancha o catamarán insume menos de media hora, y un poco más en jangada (una balsa plana con motor, que anda más lento), pero el recorrido de apenas dos kilómetros será un placer, al divisar el cambio de colores del mar, donde el sol resalta los tonos verdes y azulados de sus profundidades cambiantes. Al llegar a las piscinas o galés, los viajeros están liberados de nadar a su antojo, sea con equipo de snorkel o apenas con los ojos bien abiertos para divisar los peces que hacen vida en los corales de la región. Algunas restricciones serán impuestas por los guías, que a su vez son supervisados por las autoridades: no se puede alimentar a los peces, tampoco usar exceso de cremas que pueden afectar a la fauna (mejor llevar ropa de protección contra el sol), consumir bebidas o alimentos fuera de las embarcaciones, ni subir a los corales.

Los precios del paseo oscilan entre los 80 y 100 reales por persona, ida y vuelta, sin incluir fotos o el alquiler de equipos de snorkel. Las posadas y hoteles suelen incluir el paseo entre sus opciones, con traslado a la playa desde donde salen las embarcaciones, lo que suma al costo final. En todos los casos, se puede negociar algún descuento si se trata de un grupo más numeroso.

Algunos consejos de viaje
Cómo llegar: La mejor forma de acceder a Maragogi y Japaratinga desde fuera de Brasil es viajando en avión hasta Maceió o Recife, haciendo el transfer en auto, que insume aproximadamente 90 minutos.
Paseos privados: Los lancheros Maragogi Japaratinga están acostumbrados a negociar precios de viajes personalizados a las atracciones naturales cercanas, pero el manejo del portugués sería útil para cerrar el trato. De resto, siempre queda la opción de contratar los paseos a través de los hoteles, posadas o agentes autorizados.
Cuidado con las mareas: Las playas en zonas de corales suelen tener niveles variables de profundidad, impredecibles para quienes no conocen el tema de las mareas. Un recodo que parece seco, se empieza a llenar con gran velocidad; no conviene aventurarse a un banco de arena sin saber a qué hora suele empezar a subir la marea.








Deja un comentario