Con la mejora de la Ruta 52, las Salinas Grandes ganan protagonismo como destino de turismo sustentable, fotográfico y astronómico en el norte argentino.
En el corazón del altiplano jujeño, a más de 3.400 metros sobre el nivel del mar, las Salinas Grandes ofrecen uno de los paisajes más impactantes de la Argentina: un desierto blanco infinito donde el horizonte se confunde con las nubes.
Ahora, tras la reciente mejora de la Ruta Nacional 52, el acceso desde Purmamarca y San Antonio de los Cobres se volvió más ágil y seguro, impulsando un nuevo capítulo para el turismo del Noroeste.
La obra, finalizada durante el invierno de 2025, incluyó la repavimentación y señalización integral de más de 70 kilómetros de camino, además de nuevas áreas de descanso y miradores panorámicos. El objetivo fue facilitar el tránsito de los visitantes y fortalecer la conexión entre Jujuy y Salta, potenciando a las Salinas como punto central de un corredor turístico de altura.
Un desierto vivo entre montañas y comunidades
Las Salinas Grandes, compartidas entre las provincias de Jujuy y Salta, son mucho más que un paisaje de postal. En su extensión de más de 200 km², el visitante puede conocer el proceso ancestral de extracción de sal, participar en talleres comunitarios y descubrir la vida de las familias que habitan la puna.
El turismo comunitario indígena, organizado por cooperativas locales como “Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc”, se consolidó en los últimos años como modelo de desarrollo sostenible.
“Las salinas son nuestra casa y también nuestro trabajo. Cada visitante que llega ayuda a mantener nuestras tradiciones vivas”, explica Juana Quispe, integrante de la comunidad de Pozo Colorado. Los recorridos guiados incluyen caminatas interpretativas, artesanías con sal, degustación de cocina puneña y espacios de reflexión sobre el equilibrio entre turismo y ambiente.




Astroturismo y fotografía: el cielo como protagonista
De día, el sol se refleja sobre la superficie salina con una intensidad que desafía la vista. De noche, las Salinas Grandes se transforman en un observatorio natural: sin contaminación lumínica y con un cielo diáfano, el lugar se volvió uno de los escenarios más buscados para el astroturismo.
Las agencias locales ofrecen salidas nocturnas con telescopios y guías especializados que explican las constelaciones visibles desde el hemisferio sur.
Durante los meses de invierno, cuando la atmósfera es más estable, se pueden observar con nitidez la Vía Láctea y las lluvias de meteoros. “El cielo aquí no solo se mira, se escucha y se siente —cuenta un guía local—. Es una experiencia que conecta al viajero con el silencio y la inmensidad”.
Para los amantes de la fotografía, el amanecer y el atardecer son los momentos más buscados. Con las lluvias del verano, una delgada capa de agua cubre la salina y convierte el paisaje en un espejo perfecto: una oportunidad única para capturar reflejos surrealistas.


Turismo sustentable en altura
El crecimiento del turismo en la zona plantea también nuevos desafíos. Las autoridades de Jujuy implementaron un plan de manejo turístico que limita el número de visitantes simultáneos y prohíbe el ingreso de vehículos fuera de los senderos autorizados, con el fin de proteger la frágil superficie salina.
Además, se instalaron puntos solares de energía, baños secos y estaciones de reciclaje en los principales accesos.
El programa provincial “Jujuy Verde” trabaja junto a las comunidades para promover prácticas sustentables: uso racional del agua, separación de residuos y capacitación en atención turística. “La idea es que cada persona que visite las Salinas se lleve una experiencia inolvidable sin dejar huella”, explican desde el Ministerio de Cultura y Turismo de Jujuy.
Ruta Nacional 52: la nueva columna vertebral del turismo del Norte
La Ruta Nacional 52, que conecta Purmamarca con el Paso de Jama y Chile, es mucho más que un camino de montaña. Con la obra recién inaugurada, el trayecto se consolida como uno de los corredores más escénicos del país.
Desde el Pueblo de los Siete Colores, en Purmamarca, el recorrido asciende hasta los 4.170 metros en el Abra de Potrerillos, ofreciendo vistas panorámicas que combinan cerros, cardones y valles.
La mejora del camino facilita el tránsito de turistas y excursionistas, pero también de las comunidades que dependen del comercio interprovincial. “Antes el viaje era largo y cansador; ahora se llega en menos de dos horas desde Purmamarca y en mejores condiciones”, destacan los operadores locales.

Más allá del paisaje: experiencias integradas
El nuevo impulso a las Salinas Grandes llega acompañado de propuestas combinadas que integran otros atractivos del norte argentino.
Las agencias receptivas de Jujuy ofrecen circuitos que incluyen visitas al Hornocal de Humahuaca, la Quebrada de Purmamarca y el Valle de las Cuevas, además de actividades gastronómicas y talleres con comunidades artesanas.
Algunos operadores también promueven itinerarios binacionales hacia el Desierto de Atacama en Chile, aprovechando la mejora del Paso de Jama y la conectividad aérea de Jujuy con Buenos Aires, Córdoba y San Pablo.
Viajar al altiplano, cuidar el entorno
En un contexto de turismo responsable, las Salinas Grandes se consolidan como un destino donde la experiencia va más allá del paisaje.
El visitante puede observar cómo el sol cae sobre la sal, escuchar el viento que atraviesa las montañas y compartir un mate con las familias de la puna.
Es un viaje de silencio y reflejos, pero también de aprendizaje: sobre el valor del agua, el equilibrio con la naturaleza y la importancia de viajar con conciencia.









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