En lo más alto de la Puna salteña, a más de 4.000 metros de altura, se levanta el pueblo fantasma de Mina La Casualidad, un enclave que en los años 50 llegó a tener hospital, escuela y hasta cine en medio del desierto. Abandonada tras el cierre de la explotación de azufre, hoy sus ruinas silenciosas atraen a viajeros en busca de historia, paisajes extremos y huellas de un pasado industrial que marcó a la región.
En la inmensidad de la Puna de Salta, a más de 4.000 metros de altura y a pocos kilómetros del límite con Chile, se esconde uno de los pueblos abandonados más impactantes de la Argentina. Se trata de Mina La Casualidad, fundada en la década del 1950 para la explotación de azufre del cercano yacimiento Mina Julia, la localidad llegó a tener más de 3.000 habitantes. Allí había hospital, escuela, cine, iglesia, casino, talleres, usinas y hasta un cable carril que unía la mina con la planta de procesamiento. Un ramal industrial conectaba el asentamiento con el histórico C-14 (hoy “Tren a las Nubes”).

Con el cierre de la mina en los años 70, las familias emigraron y quedó el silencio. Hoy, caminar por sus calles es como entrar en un museo a cielo abierto del auge industrial argentino en pleno desierto andino. La Puna vuelve a ganar terreno entre las construcciones abandonadas.
Postales de un proyecto minero modelo
- Las viviendas en hileras, con paredes pintadas en tonos ocres y ventanas oxidadas, todavía conservan cortinas deshilachadas por el viento.
- El hospital muestra camillas arrumbadas y botellas de vidrio vacías, testigos mudos de un tiempo en que se atendía a obreros curtidos por la altura.
- La estructura de la planta se recorta contra el cielo azul intenso, símbolo de una producción que alimentó industrias químicas y bélicas.
- El cable carril, con sus torres metálicas aún en pie, recuerda el esfuerzo titánico de mover toneladas de azufre desde el volcán Mina Julia.


Historias que sobreviven

Los ex residentes recuerdan el bullicio de los recreos escolares, el cine de los sábados y el silbato de la sirena que marcaba los cambios de turno. La vida era dura: inviernos con temperaturas bajo cero durante el día, heladas que pegaban la ropa al alambre y un aislamiento casi total del resto del país. Aun así, se forjó una comunidad fuerte y orgullosa de haber levantado una ciudad en el desierto.
El entorno árido no está exento de vida. Alrededor de La Casualidad se observan yaretas milenarias, arbustos de tola, guanacos, zorros, suris cordilleranos y bandadas de aves que buscan vegas y salares. Es un ecosistema frágil que sobrevive en condiciones extremas.
Cómo llegar y nuestros consejos de visita
- Base: Tolar Grande o San Antonio de los Cobres. Desde allí parten excursiones en 4×4.
- Altura: 4.000 m s.n.m.; es clave aclimatarse antes. Llevar mate de coca, hidratación constante y caminar despacio.
- Época: de abril a noviembre, cuando el clima es más estable. En invierno, las temperaturas pueden bajar de -20 °C.
- Visita responsable: no extraer objetos ni intervenir las estructuras. Es patrimonio histórico e industrial.
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