¿Quién es el carpincho, ese asombroso roedor que conquistó el corazón de los internautas?
Por Christiane Denys, Muséum national d’histoire naturelle (MNHN), Francia
¿Es el carpincho simplemente un conejillo de Indias grande, plácido y afectuoso? Desde 2020, se vive en las redes sociales una verdadera “capybara manía”. Algunos ejemplares son mantenidos como mascotas en departamentos o jardines, ya sea en China, Canadá o Rusia, generando una proliferación de imágenes y peluches kawaii.
Por otro lado, desde 2021, lxs vecinxs de la ciudad residencial de Nordelta, en Argentina, han visto cómo sus jardines y piletas eran invadidos por una gran cantidad de carpinchos. Las causas de esta “invasión”, así como del reciente entusiasmo por el roedor, no están del todo claras. Algunas hipótesis apuntan a que este barrio fue construido sobre una zona que antes era parte de su hábitat natural.
En términos generales, este roedor es aún poco conocido desde el punto de vista científico. ¿Quién es este animal al que Linneo bautizó “cerdo de agua” en 1766 cuando lo describió por primera vez? ¿Dónde vive en estado silvestre? ¿Cómo es su forma de vida? ¿Está amenazado por los cambios globales actuales? A continuación, una ficha técnica.
El carpincho pertenece al género Hydrochoerus, que actualmente comprende dos especies: el carpincho grande (o Hydrochoerus hydrochaeris), que es el más conocido, y el carpincho del istmo de Panamá (Hydrochoerus isthmius), de menor tamaño y aún poco estudiado.
Este género pertenece a un suborden de roedores muy antiguo, exclusivo de América del Sur, que se caracteriza por una mandíbula con una estructura particular: un músculo mandibular atraviesa una estructura ósea debajo de la órbita y se conecta con el hueso del cráneo. Los roedores con esta característica se conocen como histricognatos.

Dentro de este grupo, el carpincho forma parte de la familia Caviidae, que incluye también a los conejillos de Indias y a las maras o liebres patagónicas.

Esta familia se diversificó hace entre 14 y 18 millones de años en América del Sur y cuenta hoy con unas 20 especies, lo que la convierte en una de las más diversas del continente.
Una filogenia molecular posiciona al carpincho como grupo hermano del Kerodon (el cobayo de las rocas, ver imagen), mientras que el conejillo de Indias (género Cavia) sería un pariente más lejano.
El carpincho grande se distribuye en estado silvestre desde el este de los Andes y Colombia hasta Brasil, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay. El carpincho del istmo se encuentra en el este de Panamá, el oeste de Colombia y el noroeste de Venezuela.
Antepasados que pesaban más de 300 kg
El carpincho grande es el que más comúnmente se encuentra en zoológicos y el que más atención genera actualmente. Es el roedor más grande del mundo en cuanto a tamaño (de 1 a 1,3 metros) y peso (entre 35 y 65 kilos en libertad, hasta 100 kg en cautiverio). Pero comparado con sus ancestros, es relativamente liviano.
Se estima que sus antecesores fósiles eran carpinchos gigantes. Llamados Phugatherium y Protohydrochoerus, vivieron entre 4 y 2,5 millones de años atrás en lo que hoy es Argentina y Bolivia. Algunos podían alcanzar los 2 metros de longitud y pesar entre 200 y 300 kilos, similar a un tapir, aunque otras estimaciones los ubican en torno a los 110 kilos.
En comparación con el conejillo de Indias, el carpincho se distingue por su gran tamaño, una pequeña cola, pelaje largo y áspero de color marrón dorado uniforme, y membranas interdigitales entre tres de sus dedos que actúan como aletas al nadar. Su mandíbula presenta dientes muy largos sin raíces visibles (hipisodontes), con muchas crestas oblicuas y una tercera muela muy grande.

El hocico es alto y recto en la parte delantera, tiene orejas pequeñas y redondeadas, y los ojos están ubicados en la parte superior y trasera de la cabeza.
Como el conejo, ingiere de sus propios excrementos
A diferencia del conejillo de Indias silvestre, que vive en praderas secas y zonas boscosas andinas, el carpincho prefiere los bordes de cuerpos de agua en zonas tropicales y subtropicales de baja altitud. Habita en áreas de bosques y pastizales húmedos, como los Llanos de Venezuela o el Pantanal brasileño. Es un roedor semiacuático y herbívoro, que consume hierbas, semillas y vegetación acuática.

Su sistema digestivo se asemeja al de los rumiantes. Posee un ciego desarrollado y realiza cecografía, es decir, consume parte de sus propias heces para una mejor asimilación de la celulosa, como hacen los conejos.
En libertad, vive en grupos de 2 a 30 individuos, encabezados por un macho dominante que se encarga de la reproducción y de defender el territorio. La extensión del territorio depende de la disponibilidad de alimento y puede variar de 10 a 200 hectáreas, con densidades de hasta 15 individuos por hectárea.
Las hembras pueden reproducirse dos veces al año. Las camadas suelen tener entre 3 y 5 crías, que nacen tras 4 o 5 meses de gestación. Su crecimiento es rápido y alcanzan la madurez sexual entre los 14 y 18 meses, con un peso cercano a los 35 kg.
Los grupos emiten fuertes vocalizaciones ante la presencia de un depredador (como jaguar, puma, zorro o anaconda) y se refugian en el agua, donde son buenos nadadores y buceadores.
Un hábitat natural en peligro
Estos roedores pueden ser activos tanto de día como de noche, según la presión de caza o la época del año. Aunque viven en muchas áreas protegidas, siguen siendo cazados por su carne y cuero. Actualmente, existen criaderos que ayudan a disminuir la presión sobre las poblaciones silvestres.
Las poblaciones silvestres no parecen estar en declive, y la especie no está clasificada como amenazada. Sin embargo, las sequías intensas desde 2020 parecen haber tenido efectos negativos.
El aumento de incendios forestales —vinculados al desmonte en época seca para ampliar las tierras de pastoreo— provoca una gran mortandad animal en el Pantanal brasileño. En los Llanos venezolanos, el desmonte continúa tanto para la expansión agrícola y ganadera como para la explotación de maderas preciosas y la industria petrolera. Al mismo tiempo, la construcción de represas hidroeléctricas seca ciertas zonas. Todos estos factores reducen el hábitat del carpincho.
¿Doméstico o silvestre?
Fuera de las grandes zonas naturales, en Argentina estos roedores se ven cada vez más en el conurbano bonaerense. Se han construido barrios sobre los humedales que habitaban, y la urbanización les impide alimentarse con normalidad. Sin depredadores naturales y alimentados por vecinxs que los encuentran simpáticos y los dejan entrar en jardines y piletas, los carpinchos se reproducen con facilidad.

Un carpincho que cruza una calle en la Zona Norte de Buenos Aires. Foto: Magali Cervantes/AFP.
La mayoría de las personas los perciben como animales tranquilos y poco agresivos, salvo los machos que se vocalizan y pelean por el liderazgo del grupo. Cada vez tienen menos temor de acercarse a los humanos, lo que también explica el aumento en los incidentes reportados.
En otras partes del mundo, cada vez más personas adoptan carpinchos como mascotas, considerándolos dóciles y relajantes. Se recomienda adoptar solo hembras y contar con un gran cuerpo de agua cerca del hogar. En Francia, por ejemplo, es obligatorio contar con un certificado veterinario para tener uno.
En Internet circulan videos de carpinchos solitarios bañándose en tinas de departamento o paseando con correa, situaciones que pueden considerarse formas de maltrato. Los carpinchos necesitan espacios amplios, mucha agua y vivir en grupo.
En su medio ambiente, el carpincho necesita un territorio amplio para encontrar su equilibrio.
Aprovechemos el interés que genera este roedor de hábitos fascinantes para actuar internacionalmente frente al deterioro de los grandes humedales del planeta, hoy amenazados por el cambio climático y el avance descontrolado de actividades humanas. Un panorama negativo tanto para los carpinchos como para muchas otras especies.
Esta nota fue preparada por The Conversation bajo licencia Creative Commons.
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