El gato andino vive en las montañas del noroeste de la Argentina, además de Perú, Bolivia y Chile. Es el felino más amenazado de América y uno de los más esquivos del planeta, enfrenta hoy una encrucijada en Argentina.
Habita en zonas remotas de los Andes, desde Jujuy hasta Neuquén, pero su supervivencia está gravemente amenazada por la fragmentación del hábitat, la caza y la escasez de presas. En respuesta, instituciones como la Alianza Gato Andino (AGA) lideran una lucha integral centrada en investigación, educación comunitaria y fortalecimiento de áreas protegidas.

El gato andino (Leopardus jacobita) habita entre los 3.000 y 5.100 metros sobre el nivel del mar, en un entorno áspero dominado por rocas, bofedales y escasa vegetación. Su pelaje grisáceo con franjas cafés y su larga cola son adaptaciones al frío y la vida en terrenos abruptos. Se estima que menos de 1.400 adultos existen en el mundo, con distribuciones fragmentadas y densidades muy bajas.
En Argentina, los registros más recientes se han dado en Mendoza (Reserva Villavicencio en 2020 y San Rafael en 2022) y en Neuquén (Loncopué, 2024), lo que confirma su presencia al sur de lo que se creía.

Las amenazas que acechan la supervivencia del gato andino:
- Fragmentación del hábitat y presión humana: la minería, el pastoreo intensivo y los proyectos de fracking alteran sus territorios de manera irreversible.
- Caza directa e indirecta: en Argentina se lo persigue bajo la creencia de que depreda ganado, y la presencia de perros domésticos suma ataques y enfermedades.
- Declive de sus presas: la sobreexplotación de las vizcachas, roedores fundamentales para su dieta, limita seriamente su alimentación.
- Debilitamiento genético y poblacional: poblaciones aisladas con baja diversidad genética enfrentan riesgos de endogamia y extinción local.
La Alianza Gato Andino, integrada por organizaciones de Argentina, Perú, Bolivia y Chile, trabaja bajo tres líneas clave: la Investigación científica: con cámaras trampa, análisis genéticos y mapeo de distribución; la Educación comunitaria con programas como “Pawsitive Actions” que promueven la convivencia responsable entre especies domésticas y salvajes; y la Gestión de áreas protegidas.
En la provincia argentina de Jujuy, la especie ha sido declarada Monumento Natural (Ley 6268/2022) y se impulsan planes específicos en reservas y corredores de protección. Sin embargo, aún no existen políticas nacionales específicas para la especie, y la falta de recursos y de aplicación efectiva de la ley limitan los avances.


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