El gig tripping se terminó. En un contexto donde el turismo busca cada vez más ofrecer experiencias con sentido, el skillcation emerge como una de las tendencias más fuertes de 2025. Se trata de una nueva forma de viajar que combina descanso y aprendizaje: tomarse vacaciones no solo para relajarse, sino también para adquirir nuevas competencias.
El término surge de la fusión de skill (habilidad) y vacation (vacaciones), y define a quienes eligen su destino de viaje en función de lo que pueden aprender allí. Desde clases de cocina local hasta entrenamientos de navegación, talleres de arte o retiros de yoga, los viajes de aprendizaje ganan terreno entre un público que prioriza el desarrollo personal y valora invertir en experiencias transformadoras.
“La idea es volver de las vacaciones tan enriquecido como relajado”, resumen quienes impulsan esta tendencia.
Una alternativa al turismo tradicional
El skillcation no es completamente nuevo. De algún modo, puede considerarse una evolución del clásico viaje idiomático, pero diversificado hacia múltiples áreas del saber. Arte, oficios manuales, deporte, bienestar y gastronomía son algunos de los campos más elegidos. La diferencia con el turismo tradicional radica en el enfoque: no se trata solo de conocer un lugar, sino de involucrarse en él de forma activa, con un objetivo de aprendizaje.
Esta tendencia responde también al auge del viaje experiencial, que se aleja del consumo pasivo del destino para centrarse en la vivencia profunda. En este sentido, el skillcation se alinea con fenómenos culturales recientes como el JOMO (joy of missing out), que impulsa a desconectarse de las pantallas y reconectar con uno mismo, el entorno y nuevas habilidades.
“Romper con la rutina diaria e invertir en una nueva práctica se convierte en una forma de viajar más auténtica”, destacan especialistas en turismo alternativo.
Opciones para todos los intereses
Las propuestas de skillcation son tan diversas como los perfiles de viajeros. Algunas experiencias populares incluyen:
- Navegar mientras se aprende: embarcarse en un velero durante una semana con un instructor, ideal para quienes buscan aventura con aprendizaje técnico.
- Retiros de yoga: en destinos como Marruecos o Bali, combinan meditación, surf y prácticas físicas en un entorno natural.
- Gastronomía local: desde talleres de cocina del sur de la India hasta clases de repostería francesa o elaboración de sushi en Japón.
- Trekking y saberes ancestrales: como los “trek tricot” en Islandia, donde se camina por glaciares aprendiendo técnicas de tejido tradicionales.
Una forma de bienestar activo
A diferencia de otras modalidades de viaje centradas exclusivamente en el descanso, el skillcation propone una vacación activa. No se trata de llenar la agenda de actividades, sino de encontrar un equilibrio entre el aprendizaje y el placer, entre la exploración intelectual y el bienestar personal.
Sin embargo, requiere una planificación cuidadosa: elegir bien la actividad, evaluar el nivel de exigencia, considerar el idioma y el tiempo disponible, además del costo. En destinos muy demandados, algunos programas pueden resultar costosos, por lo que se recomienda comparar ofertas y tener claras las expectativas.
También es posible organizar el viaje de forma autónoma, contratando los talleres directamente con los prestadores locales, lo que puede abaratar costos y ofrecer una experiencia más genuina.
Turismo con propósito
Detrás del auge del skillcation hay una transformación más profunda: la necesidad de darle propósito al tiempo libre. En tiempos donde el teletrabajo diluye las fronteras entre vida laboral y personal, y la búsqueda de bienestar se vuelve central, las vacaciones ya no son solo una pausa, sino una oportunidad de transformación.
“El turismo se convierte así en una herramienta de cambio, una inversión en uno mismo”, explican desde agencias que ofrecen este tipo de viajes.
Autenticidad, conexión con el entorno, conocimiento, bienestar y tiempo de calidad: estos son los pilares sobre los que se apoya el skillcation, que promete consolidarse como una de las grandes tendencias del turismo pospandemia. Una invitación a dejar de ser solo espectador y pasar a ser protagonista de cada destino.
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