The White Lotus en Tailandia: la otra cara del turismo de lujo

La serie White Lotus expone un mundo en el que el privilegio y el bienestar de los ricos se construyen sobre las espaldas de las poblaciones locales.

Por AlexandreVeilleux, Profesor de Ciencias Políticas, Universidad de Montreal, Canadá

Con su tercera temporada rodada en hoteles de cinco estrellas de Tailandia, The White Lotus ofrece mucho más que una sátira del turismo de lujo. Su telón de fondo es un mundo en el que el privilegio y el bienestar de los ricos se construye sobre las espaldas de la población local.

La serie, vista por más de 15 millones de personas, es también una poderosa herramienta de promoción para Tailandia. Ha contribuido a aumentar en un 104% el tráfico en línea de la lujosa cadena Anantara, tres de cuyos hoteles se utilizaron como lugares de rodaje de la serie.

Producida en colaboración con la Autoridad de Turismo de Tailandia y el hotel Four Seasons de Koh Samui, uno de los lugares de rodaje, The White Lotus responde plenamente a la estrategia del gobierno de atraer a una clientela de alto nivel. Además, el gobierno concedió una desgravación fiscal de 4,4 millones de dólares, lo que inclinó la decisión a favor de Tailandia como lugar de producción, en lugar de Japón.

El deseo de sacar provecho del turismo de lujo no es nada nuevo. Desde la pandemia, el gobierno tailandés ha puesto en marcha una serie de medidas dirigidas a los viajeros adinerados: un nuevo visado exclusivo, una reducción masiva de los derechos de importación de artículos de lujo y campañas como Visit Thailand: Amazing New Chapters, centrada en las vacaciones de lujo.

Campaña publicitaria “Visit Thailand : Amazing New Chapters”.

El gobierno también ha inaugurado una terminal para jets privados y dos puertos deportivos para superyates, como el catamarán de lujo de 177 pies que aparece en la serie. Estos proyectos ilustran una estrategia de utilización de fondos públicos para atraer a visitantes adinerados a hoteles de lujo.

Sin embargo, el impacto social y económico de este modelo sigue siendo poco discutido.

Soy investigadora en la Fundación Asia Pacífico de Canadá, especializada en economía política internacional. Mi investigación se centra en las dimensiones políticas y socioeconómicas del turismo en el Sudeste Asiático.

Cuando la extravagancia amplifica las disparidades

En Tailandia, el turismo es un pilar de la economía, aporta el 9% del PIB y genera casi el 10% de los empleos del país. Pero también ha acentuado la desigualdad en un país donde el 5% de la población posee el 80% de la tierra y donde el 1% más rico controla dos tercios de los activos del país.

La pandemia agravó estos desequilibrios: el cierre de las fronteras provocó cientos de quiebras entre los empresarios locales. Varios pequeños hoteles han tenido que vender sus propiedades a precios entre un 50% y un 60% inferiores a los del mercado, allanando el camino a las grandes cadenas para capear la crisis.

Desde entonces, el número de hoteles de lujo en Tailandia se ha multiplicado. Central Pattana, el mayor promotor inmobiliario del país, ha presentado un plan estratégico quinquenal para abrir 37 nuevos hoteles. Otros grandes grupos hoteleros han emprendido importantes expansiones: Accord planea 17 nuevos hoteles entre 2022 y 2026; Intercontinental prevé duplicar su cartera de lujo; y Wyndham aspira a aumentar su presencia tailandesa en un 68%. En Phuket, los hoteles de lujo representan ya el 49% del mercado, frente al 8% de los económicos.

El centro comercial Central Phuket, inaugurado en 2019, se dirige a clientes adinerados y turistas internacionales (Alexandre Veilleux).

Sin embargo, los beneficios locales siguen siendo limitados. Los hoteles de 4 y 5 estrellas generan los mayores índices de fuga de capitales: hasta el 51% de los ingresos salen del país. Al concentrar los beneficios en manos de las multinacionales, el turismo de lujo deja poco para las comunidades locales.

Esta dinámica no es exclusiva de Tailandia. En Indonesia, país vecino que también ha apostado por una estrategia basada en el turismo de lujo, las investigaciones demuestran que el desarrollo de este sector no ha supuesto ninguna mejora real del capital social. Los beneficios financieros, por su parte, se perciben ampliamente como reservados a una élite, sin ningún efecto estructurador para el conjunto de la población.

Los residentes locales pagan el precio

Este rápido desarrollo también está afectando a la vivienda. La demanda de alojamientos turísticos de lujo está aumentando la presión sobre los precios inmobiliarios, y muchas viviendas se están convirtiendo en alojamientos turísticos. En Asia-Pacífico, el número de residencias adscritas a marcas de lujo ha aumentado un 216% en la última década.

En Chiang Mai, la demanda de condominios de lujo por parte de inversores chinos ha provocado una fuerte subida de los precios inmobiliarios. El precio medio de alquiler de un condominio en el centro de Chiang Mai ha pasado de 468 dólares al mes en 2012 a 702 dólares en 2018, y alcanzará los 1053 dólares en 2023, lo que supone un aumento del 123% en una década. En Phuket, el precio de los condominios de alquiler y de los terrenos en primera línea de playa casi se había triplicado en 2023, causando un impacto significativo en los precios de alquiler.

Ante este auge, cada vez más tailandeses se ven excluidos del mercado inmobiliario. Non Hirunchetskul, presidente de la Asociación de Comercio Inmobiliario de Chiang Mai, criticó esta situación y afirmó que, sin intervención, todas las propiedades de su ciudad serán compradas por extranjeros.

Repensar el desarrollo del turismo

Bajo su aire de crítica social, El loto blanco revela una verdad: en estos paraísos artificiales, las élites acuden en busca de sentido, comodidad y placer, mientras que las poblaciones locales les sirven de telón de fondo.

Développement touristique sur l’île de Kuh Mook. Dans ces paradis artificiels, les élites viennent chercher du sens, du confort, du plaisir — pendant que les populations locales leur servent de décor. (Shutterstock)

La serie nos anima a repensar el desarrollo turístico, buscando un mayor equilibrio entre los beneficios económicos y el bienestar de los residentes locales. En lugar de basarse exclusivamente en indicadores económicos para evaluar el impacto del turismo -gasto turístico, contribución al PIB o número de visitantes-, es esencial integrar criterios cualitativos: calidad de vida de los residentes, calidad de los empleos creados, cantidad de agua y residuos generados, o incluso la huella ecológica.

Aunque The White Lotus hace muchas promesas sobre el bienestar de sus clientes, se ignora en gran medida el bienestar de las comunidades locales. Una vez terminada su estancia, los turistas regresan a casa, dejando atrás una zona marcada por los efectos duraderos de un modelo económico que enriquece a unos pocos mientras debilita a otros.

Esta nota fue preparada por The Conversation.