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Un caballo al borde de la extinción prospera en Chernobil

Fue introducido en la Zona de Exclusión y su población creció notablemente. La experiencia podría ser repetida con otras especies en vías de extinción.

El caballo de Przewalski es una subespecie de la familia de los equinos cuya fisionomía recuerda mucho a los caballos de los dibujos parietales prehistóricos realizados sobre paredes de grutas como las de Lascaux en Francia o Altamira en España. Se lo considera como el último caballo salvaje del mundo aunque en realidad los historiadores piensan que deriva más bien de una raza primitiva que fue domesticada hace más de 5.000 años por pueblos de Asia Central y volvió al estado salvaje. 

Aquellos animales fueron "descubiertos" por un explorador polaco-ruso a fines del siglo XIX en territorios de las actuales Mongolia y China. Hasta que el coronel Prejvalski confirme su existencia, se consideraba la especie como extinta. La situación de aquellos no cambió mucho desde entonces y esos caballos están en un inmediato peligro de extinción en el estado salvaje, pero a lo largo del siglo XX se capturaron varios ejemplares que se reprodujeron en zoológicos o en santuarios naturales, para evitar que la especie desaparezca. Y en la actualidad solo viven muy pocos individuos en las estepas que bordean el Desierto de Gobi. Entre los  descendientes directos de los caballos capturados hace un siglo y otros que recibieron sus genes, se estima que hay un total de 2.700 ejemplares de aquellos pequeños caballos. 

Caballos salvajes en los bosques de Ucrania: una realidad impensada hace tan solo 25 años. 

Salvados por Chernóbil

Sin embargo, su salvación podría venir de lo que fue la mayor catástrofe nuclear de la historia. En 1998, se soltaron unos 30 de aquellos caballos en la Zona de Exclusión, en el marco de un experimento científico. 

La Zona de Exclusión alrededor del antiguo reactor nuclear soviético abarca una región de 2.200 km2 en Ucrania y otros 2.600 km2 en el sur de Belarús.

Sin actividades humanas ni mantenimiento de las construcciones y las rutas, la naturaleza vuelve a ocupar el terreno y la vegetación va cubriendo infraestructuras y casas. La región se convirtió de esta manera en un refugio para los animales y tiene en la actualidad la mayor biodiversidad de Europa a pesar de la radioactividad. Este dato nos indica que los humanos representamos un peligro mayor que el accidente nuclear para las especies animales. En la zona de exclusión, las poblaciones animales van creciendo y es muy común poder avistar linces, alces, osos, lobos y muchas especies de aves. 

El caballo de Przewalski es el más exótico de los habitantes de aquellos bosques. La cuna de la especie está a miles de kilómetros hacia el este, al sur de Siberia. Sin embargo, los equinos se adaptaron muy bien a su nuevo hogar y son actualmente más de 200, lo que representa el 8% de la población mundial total de la subespecie. Los impulsores de su introducción en los bosques de Chernóbil esperan que el total pueda llegar a 500, para que los caballos cumplan con el papel ecológico que tenía originalmente una raza local, extinta hace mucho tiempo. 

El éxito de la experiencia de introducción del caballo de Przewalski en la Zona de Exclusión hace pensar a los biólogos que esa región podría servir de santuario para otras especies amenazadas. Porque durante más de 20.000 años, la región no podrá ser habitada por humanos y será así mucho más intangible que la mayor parte de los parques nacionales del mundo. En la actualidad hay conversaciones para llevar algunos ejemplares de los últimos grupos de bisontes europeos, un animal que está al borde de la extinción y solo sobrevive en una región del noreste de Polonia. 

Un grupo de caballos de Przewalski en las estepas de Asia Central. 

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